Las tasas de trastornos del espectro autista y del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) han aumentado de manera constante y pronunciada desde la década de 1970. Actualmente se desconocen las razones exactas de esto, pero hay varias explicaciones, una de las cuales es que el fenómeno se debe a factores ambientales, como la proliferación de plásticos. el uno más Recientemente se publicó un estudio científico en una revista científica que muestra por primera vez la relación entre los materiales plásticos y los trastornos del desarrollo del sistema nervioso en los niños.
Según colegas de Rowan Virtua y la Facultad de Medicina de la Universidad de Rutgers, se ha demostrado que los niños con autismo y TDAH tienen una capacidad reducida para excretar y eliminar el BPA. Por eso los bisfenoles y los ftalatos se acumulan en el organismo de los niños.
Los materiales mencionados son aditivos muy utilizados para aumentar la flexibilidad y la resistencia al calor del plástico. El propio BPA es uno de los compuestos más producidos, con millones de toneladas producidas anualmente. Los efectos sobre la salud de esta sustancia, también conocida como BPA, que provoca cambios hormonales, obesidad, diabetes y cambios cerebrales, se conocen desde hace muchos años, sin embargo, todavía se utiliza en la actualidad. La Unión Europea ha prohibido su uso en biberones desde 2011, en otros productos fabricados para niños desde 2018 y en cintas utilizadas para imprimir recibos desde 2020.
Cuando el BPA ingresa al cuerpo, se transporta al hígado a través del torrente sanguíneo, donde se agrega una molécula de azúcar mediante un proceso llamado glucuronidación, lo que hace que la molécula sea soluble en agua y se excreta a través de los riñones en la orina. La eficacia de este proceso puede variar mucho de persona a persona, dependiendo de la genética y, como resultado, hay personas cuyos tejidos están expuestos a la sustancia química durante un período de tiempo más largo y en concentraciones más altas.
Por tanto, se puede demostrar el papel del bisfenol en una serie de trastornos. En este caso, en comparación con el grupo de control, la capacidad de añadir moléculas de azúcar fue un 10% menor en los niños con autismo y un 17% menor en los niños con TDAH.
Los especialistas de la Clínica Infantil Rutgers de Nueva Jersey examinaron la glucuronidación en 66 personas con autismo, 46 con TDAH y 37 niños sanos.
Esta es la primera evidencia sólida de un vínculo bioquímico que vincula el BPA con el desarrollo del autismo y el TDAH. Nos sorprendió encontrar el mismo déficit en la desintoxicación de BPA en el TDAH
– afirmó el autor principal de la investigación, T. Peter Stein, quien cree que se necesitan más investigaciones para determinar si el desarrollo de trastornos neurológicos comienza en el útero como resultado de la contaminación o si esto solo ocurre después del nacimiento.
Según el investigador, otros factores también pueden influir en el desarrollo del trastorno, ya que no todos los niños afectados tuvieron problemas para metabolizar el BPA. En cualquier caso, según Stein, el papel del BPA debe ser importante, de lo contrario no habría quedado tan claro en la muestra no tan grande que examinaron.