El primer ministro español, Pedro Sánchez, se reunió con el primer ministro portugués, Luis Montenegro, en Faro, Portugal, y dijo que establecer centros de recepción para inmigrantes ilegales fuera de la UE no resolverá nada y sólo creará nuevos problemas.
En una rueda de prensa conjunta tras su reunión, Sánchez afirmó que «hay gobiernos europeos que abordan mal el debate sobre la inmigración porque se centran sólo en factores negativos y asocian la inmigración con una reducción de la seguridad», aunque es necesario que Europa adoptar una actitud positiva ante esta cuestión. Debido a que la población del continente está disminuyendo, «la inmigración ha representado casi el 50 por ciento del crecimiento económico de España en los últimos 20 años».
«En última instancia, lo que está en juego es la Europa que amamos… Debemos gestionar la migración pensando en las generaciones futuras, no en las próximas elecciones», dijo Sánchez.
Según Blanca Garcés, investigadora del Centro de Estudios Internacionales (CIDOB) de Barcelona, las palabras del presidente del Gobierno español ilustran claramente la posición única de su país en la cuestión de la inmigración en la UE. El caso de España es único dentro de Europa, ya que los inmigrantes ilegales pueden obtener un permiso de residencia después de 3 años, y desde 2018 los sucesivos gobiernos de izquierda han simplificado aún más el procedimiento.
En España, la cuestión de la inmigración no ha provocado divisiones políticas tan profundas como en la mayoría de los países europeos. El partido de extrema derecha Vox fue originalmente popular por otras razones, concretamente el separatismo catalán. A pesar de estar en la primera línea de la inmigración ilegal, España ha adoptado un tono más inclusivo. Apoyar la inmigración es en parte una necesidad económica para un país que actualmente tiene 150.000 puestos de trabajo vacantes, afirmó el investigador.
Miles de solicitantes de asilo de África occidental, a menudo hacinados en embarcaciones desvencijadas, han llegado en grandes cantidades a las Islas Canarias, sobrecargando a las autoridades locales del archipiélago atlántico. Durante una visita a Senegal, Mauritania y Gambia (los principales países de inmigrantes ilegales) en agosto, Sánchez pidió una «inmigración circular», que, según dijo, permitiría a los trabajadores trabajar en España durante un período de tiempo limitado para satisfacer las necesidades laborales. Antes de que regresen a casa, reduciendo así el riesgo de rutas ilegales.
En la cumbre de la UE de la semana pasada, los estados miembros pidieron acciones decisivas en todos los niveles en el futuro para devolver a los inmigrantes a sus países de origen de manera más efectiva.
Amnistía Internacional ha acogido con satisfacción la oposición de Sánchez al acuerdo entre Italia y Albania, pero España es incapaz de hacer frente a la crisis en las Islas Canarias, donde los centros de asilo están superpoblados. El fracaso de varios partidos a la hora de ponerse de acuerdo sobre una redistribución nacional de los menores no acompañados fue un «incumplimiento del deber» debido a una «inaceptable falta de voluntad política», afirmó a la AFP el portavoz Carlos de las Heras.
Blanca Garcés dijo que si bien la inmigración sigue siendo «muy apolítica» en comparación con otros países europeos, eso podría cambiar a medida que Vox y el partido ultranacionalista catalán Alianca Catalana se centren en el tema. (yahooMTI)