A muchos dueños de perros no les gustan las casetas de interior, pero en ocasiones pueden resultar muy útiles si el perro está acostumbrado a utilizarlas. Hay que esforzarse, pero vale la pena, porque en muchas situaciones puede hacer la vida más fácil tanto para el perro como para el dueño, si el perro se siente cómodo y seguro en la habitación de la perrera y no se preocupa por el espacio más pequeño o por estar confinado.
Todo perro necesita un lugar donde retirarse de forma segura. Con una caseta se puede desempeñar perfectamente esta función y acostumbrar al animal a los espacios interiores (aunque no utilicemos esta función muy a menudo).
Esto último puede resultar aterrador para una persona inexperta, aunque existen muchas situaciones en las que tendrás que soportar el confinamiento. Para que estas situaciones no estén llenas de estrés y ansiedad, sino poder soportarlas con tranquilidad dadas las circunstancias, conviene trabajar con antelación y acostumbrar al perro a la perrera.
Entre otras cosas, esta situación puede darse, por ejemplo, si nos vamos de viaje y no podemos llevarnos a nuestro perro. En tales casos, tenemos opciones limitadas de colocación. No podemos dejarlo en casa a menos que haya alguien en la familia o entre amigos (quizás un cuidador de perros de confianza) dispuesto a trasladarse allí durante ese período y cuidarlo (o quizás a otros) o llevarlo durante esos días o semanas. Si no tuviéramos esa opción, las perreras permanecerían.
En estos lugares el sueño nocturno se suele realizar en perreras para evitar posibles conflictos entre animales. Si su mascota no está acostumbrada a la experiencia de la perrera, esta situación será más estresante para ella de lo necesario.
En qué otras situaciones puede ser necesario acostumbrarse a la perrera y cómo hacerlo, puedes leer en el artículo completo, que Al hacer clic aquí disponible.
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