Los investigadores finlandeses concluyeron que la mayor exposición a la radiación dejó una huella grave en los pájaros cantores que viven en el área cerrada alrededor de la central nuclear de Chernobyl.
Como es sabido, el 26 de abril de 1986 se produjo el peor accidente nuclear de la historia en la central nuclear de Chernobyl, en la actual Ucrania. Los alrededores de la central eléctrica en un radio de 30 kilómetros fueron cerrados debido a una peligrosa contaminación radiactiva. Aquí, durante los últimos 38 años, se ha permitido que la naturaleza exista sin ser perturbada por los humanos y se investigan periódicamente los efectos de la contaminación radiactiva en la vida silvestre.
El personal de la Universidad de Jyvaskyla investigó las poblaciones de ácaros del carbón y papamoscas del hollín que viven en el área y compararon a los que viven en el área altamente contaminada con los que viven en el ambiente menos afectado.
Samili Berto y sus colegas descubrieron que la presión de la radiación es clara: menos aves anidan en áreas contaminadas. En la dieta de las personas que viven aquí se pueden encontrar varios tipos de insectos. Al comparar los microbios que viven en el tracto digestivo de los pájaros cantores, descubrió que se podían detectar las mismas bacterias en ellos, pero las proporciones cuantitativas de bacterias detectables cambiaban.
Los investigadores finlandeses encontraron ligeras diferencias, pero un estudio de 2011 llegó a una conclusión aún más aterradora: basándose en mediciones de medio millar de aves pertenecientes a 48 especies diferentes, se llegó a la conclusión de que los cerebros y las cabezas de las aves que viven en el recinto cerrado son más pequeños y sus capacidades cognitivas pueden ser peores que las de aquellos que crecieron en un entorno más afortunado con sus compañeros.
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