Durante uno de los ajetreados programas de los sábados por la mañana del Santo Padre, se reunió en el Vaticano con 15 jóvenes agricultores y ganaderos españoles que visitaron Roma en representación de las jóvenes asociaciones agrícolas españolas. En su discurso a ellos, el Papa Francisco les recordó la responsabilidad de su antigua y versátil profesión de responder a las necesidades alimentarias básicas de la sociedad, pero al mismo tiempo son responsables del cuidado de la tierra que les ha sido confiada. Lo dejarán como herencia a sus hijos.
P. Vértesaljai László SJ – Vaticano
El Papa los elogió por su participación entusiasta al servicio de la agricultura y la ganadería para utilizar su trabajo en beneficio de la sociedad. Según ellos, la protección de la naturaleza y el medio ambiente no se basa en informes de expertos, noticias y programas de información, sino en la experiencia personal. Estos pueden ser necesarios o beneficiosos, pero no son primarios. Saben, les dijo el Papa, Argentina es principalmente un país ganadero, y aunque vengo de una ciudad, tuve la oportunidad de conocer la realidad de los campos. Me permitió darme cuenta: estás tratando con personas de una región, un país, un continente, animales y plantas, y porque has vivido con ellos, conoces sus preocupaciones y problemas. Sobre este tema, el Papa recordó espontáneamente viejos recuerdos cuando estudiaba teología. Un compañero suyo, que nació en el pueblo y ha vivido siempre en el pueblo, vino con la noticia de que «la vaca se está muriendo». Detrás del edificio de la Facultad de Teología había un campo con animales. «Una vaca se está muriendo y no hay nadie para ayudarla», dijo. Era un sábado tarde cuando fue allí con el estudiante. Cuando fue allí, vio a una pobre vaca dando a luz, pero el estudiante no pudo distinguir la diferencia entre una vaca moribunda y un ternero. Fue allí donde me di cuenta, dijo el Papa, de que hay una ciencia que sólo se puede adquirir a través de la vida y la experiencia.
Su vocación dada por Dios los llama a dar testimonio de la ecología integral que el mundo necesita hoy. Esta profesión es antigua porque, según el Libro de la Creación, tiene sus raíces en la Palabra de Dios, con la que llamó a la humanidad a cooperar en la creación a través de su obra (cf. Génesis 1, 28-31). La industria es versátil ya que combina el contacto directo con la tierra, su cuidado y cultivo con el servicio a la comunidad. Por lo tanto, uno debe pensar en la tierra agrícola como un regalo para dejar a sus hijos. El fruto de su trabajo apaga el hambre y la sed del pueblo, pero este hambre pide no sólo el pan, sino también a Dios, que no dudó en convertirse en nuestro alimento a través de su encarnación. De ahí, según el Papa, surge la responsabilidad personal de los jóvenes agricultores españoles, junto con los que participan en la producción, elaboración y distribución de alimentos. Debemos esforzarnos para que la bondad de la tierra que Dios nos regala no se convierta en un arma, en una herramienta de especulación. Abusar de la tierra y los animales no solo los lastima a ellos, sino que también lastima a Dios, el Creador. Finalmente, el Santo Padre no los desanime, porque cada profesión tiene su propia cruz, y deben trabajar duro con la tierra y los animales, que no tienen vacaciones y no hacen huelga. Encomendó su trabajo a la Virgen María, para que se sintieran siempre cerca de su santo Hijo, que se hizo nuestro alimento, entregando su cuerpo y su sangre por nosotros en la cruz, para darnos abundantemente.
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