Un estudio reciente que analizó los cerebros de las personas en diferentes momentos de la jornada laboral descubrió que las tareas intensas, persistentes y muy exigentes que requieren concentración pueden conducir a la acumulación de una sustancia química potencialmente tóxica llamada glutamato.
El glutamato, que se usa comúnmente para transmitir señales de las neuronas, altera significativamente el funcionamiento de la corteza prefrontal lateral (lPFC), una región del cerebro involucrada en la planificación y la toma de decisiones.
Una y otra vez, la ciencia ha demostrado que la fatiga mental tiene efectos reales. Varios estudios muestran que las decisiones judiciales pueden depender de cuán cansado esté un juez. Por ejemplo, después de un largo día en la corte, es probable que los jueces nieguen la libertad condicional.
Un nuevo estudio del Instituto de Investigación del Cerebro de París (ICM) investigó si las funciones cognitivas como el enfoque, la memoria, la multitarea y la resolución de problemas pueden causar fatiga en el lPFC, afectando nuestras decisiones cuando tachamos cosas de nuestras listas.
El cerebro es el centro de comando del cuerpo y controla la circulación sanguínea, la respiración, las funciones motoras y el sistema nervioso. El cerebro usa mucha energía para coordinar estas actividades.
Las neuronas descomponen los nutrientes para liberar energía. Sin embargo, este proceso recolecta moléculas llamadas metabolitos como subproductos. El glutamato es un tipo de producto metabólico. El cerebro se deshace de estos desechos tóxicos durante el sueño.
Los autores del estudio de París estaban interesados en saber si las tareas cognitivas a largo plazo agotan el suministro de nutrientes del cerebro. También investigaron si este tipo de ejercicio altamente enfocado conduce a la acumulación de toxinas en concentraciones más altas en el LPFC que en otras partes del cerebro.
En este caso, los autores compararon la lPFC con la corteza visual primaria, que recibe y procesa la información visual.
Para probar su hipótesis, los autores dividieron a 40 participantes en dos grupos. Los dos grupos se sentaron frente a la computadora en un escritorio durante seis horas y media. Un grupo tuvo que realizar tareas desafiantes que requerían memoria de trabajo y atención constante.
Por ejemplo, las letras aparecían en la pantalla de una computadora cada 1,6 segundos y los participantes tenían que clasificarlas en vocales y consonantes, letras mayúsculas y minúsculas según el color de la letra. El segundo grupo realizó tareas similares pero mucho más simples. Ambos grupos pudieron lograr un promedio del 80 por ciento de las respuestas correctas.
Los científicos utilizaron espectroscopía de resonancia magnética (MRS) para escanear los cerebros de los participantes y medir los niveles de metabolitos. Los autores tomaron las medidas al principio, a la mitad y al final del día.
También encontraron signos de estrés, como una mayor concentración de glutamato, pero solo en el grupo de alto esfuerzo.
Los químicos tóxicos se acumulan solo en la corteza prefrontal lateral. [lPFC]), pero no en la corteza visual primaria.
Después de tareas cognitivas de alta y baja demanda, se realizaron pruebas de decisión en los dos grupos. Esto incluía decisiones sobre su disposición a ejercer un esfuerzo físico (si navegaban en diferentes grados de intensidad), esfuerzo cognitivo (si realizaban versiones más difíciles o más fáciles de tareas de control cognitivo) y paciencia (cuánto tiempo estaban dispuestos a esperar para obtener un resultado mayor). premio).
Los autores encontraron que el grupo altamente estresado, que tenía niveles elevados de metabolitos en el lPFC, prefería las opciones menos estresantes. Estos participantes tenían pupilas más pequeñas (pupilas dilatadas que indican excitación) y tardaron menos en tomar decisiones, lo que indica que experimentaron esta parte del experimento como no necesaria.
El estudio de París también plantea la cuestión de si la jornada laboral está mejor organizada.
Según los resultados del estudio, se deben dividir las tareas exigentes de control cognitivo que requieren memoria de trabajo y atención constante, y se debe tener en cuenta que el rendimiento disminuye al final del día. Algunas profesiones pueden necesitar una estructura completamente diferente, dados estos hallazgos.
Hay muchas áreas diferentes en nuestro cerebro que están activas durante diferentes tareas, como hablar, escuchar y planificar. Así que no todas nuestras decisiones pueden explicarse por los resultados del estudio de París.
fuente: Alerta científica
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